Nos apetecía vivir noche en la montaña. Elegimos Peña Rueda.
En el pueblo de Lindes, cargamos sobre los hombros la mochila con buenas viandas, saco, infernillo, la tienda...
Pasamos al lado de la fuente La Coaña y ascendimos por las revueltas del Carrilón.
Hayas, avellanos y castaños.
El bosque.
Caminando entre los árboles conseguimos:
ilustrarnos sencillamente,
perpetuar sin asombrar.
Sin apenas darnos cuenta llegamos a la Vega de Manin, desde donde pudimos contemplar Tapinón, La Peña Arpín, Cruces de Fondos, La Carba Valseco.
Disfrutamos mucho en cuanto comenzamos a caminar sobre la piedra caliza del Cuchillar de Rueda.
La niebla ascendía detrás de nosotros, la temperatura comenzaba a caer.
Y en la cima,
cual dos animales salvajes, nos entregamos, libres de toda domesticación, a los fenómenos extraordinarios.
La ópera furiosa del Viento, Sol y Niebla
Los Fontanes, Ubiñas, Fariñentu , Colines.
El Ranchón, El Panchón, Los Huertos del Diablu.
La noche fue fría, ventosa, estrellada. Perfecta.
La bajada la hicimos directa hasta La Campa los Texos.
En la Vega de Manin, antes de cruzar de regreso el bosque, nos tumbamos al Sol.
Paz