Viento cálido en la cima de Barriscal al amanecer.
La contemplación es el mejor primer desayuno que se pueda tomar, cuando un espectáculo así se sucede. En parte, para eso ascendimos la cumbre, para observar el amanecer.
Se nos regaló.
No podíamos quitar la vista del horizonte, era una atracción poderosísima. El sol se iba lentamente elevando, inundando todo con su magnífica luminosidad.
Es un manantial de Luz que se transforma en catarata. La niebla, las flores. Las sombras van cediendo paso a la alegría.
Todo a la vista, a borbotones.
Solo la constancia mantiene las noches y los días. No es el capricho de la Luna que a la noche nos abruma en las alturas. Es el fluir del Agua por manantiales, erosionando, la que dibuja nuestro Mundo.