En lo del desorden no, pero en lo segundo, sí me identifico con ella. Da igual si es mochila o son alforjas. En el último momento, a contrareloj. Y cuenta Marugan en ese precioso libro, donde relata la vida de esas mujeres Montañeras de gran altura que Chantal no iba a cambiar con treinta años, yo con treinta y nueve tampoco, al menos de momento. Me río, me hace gracia esa parte de mí.
La semana había sido completita como de costumbre. El viernes estaba agotada y de madrugada decidí que cuando me despertase si me cuadraba bien, me iría con la BH, la tienda de campaña para hacer noche y la cometa en las alforjas.
Desperté, miré el reloj, el primer tren a Campomanes hacía tiempo había pasado.
Dí un brinco, no podía perder el siguiente.
En una hora estaba lista...
Tania, Lionel ( Ya está, bloggeados)
Causalidades me encontré en Soto de Rey con una pareja la cual había coincidido en otra ocasión. Hay un dicho: Dios los cría y ellos se juntan o algo así, también aquello de la cabra tira al monte. Esta vez, la segunda, nos dió tiempo a conocernos un poquito más. Fascinada yo por su historia. Se pasan mucho tiempo viviendo en la falda de Ubiña. Curiosa manera de vivir. Escriben sobre esa singular vida, de momento no lo comparten en internet, pero quién sabe, quizás en breve veamos todos los dosmiles que van haciendo poco a poco, en un blogg. Hay cincuenta y muchos allí y ellos disfrutan la montaña y sus aristas, los bajo ceros y la chimenea acogedora a su regreso.
Nos separamos ahí mismo, donde la imagen nos inmortalizó. Lionel y Tania a su vida en la montaña,y yo a vivir la montaña un par de buenos días.
Espejito, espejito...¿quién es la más bonita del universo? La bicicleta. La mía, la tuya, la de todo el mundo. Todas y cada una.
Sus piernas ruedan, su corazón pedalea, el manillar me da sus manos dirigiéndome a mágicos lugares que sueño.
Había desayunado una manzana y el agua que había cabido con zumo de limón en un vaso. Tras unos kilómetros desconecté, paré para comerme otra crugiente verde manzanita, de las que se oxidan, y quitarme la camiseta manga larga. El sábado estaba siendo estupendo.
Poco a poco ascendiendo
El agua fresca heló mis manos, mi rostro...
Y busqué un sitio donde descansar la fatiga, el entusiasmo y nutrirme.
Esperar a que llegase Luna para charlar y observar el brillo de su pálido rostro.
Y llegó, no se hizo esperar...
Y llegó, no se hizo esperar...
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