Y para nuestra sorpresa, con sus rayos oreados, había estado combinado el gran genio en la paleta: un halo
de niebla con tres soplos poderosos de tramontana, briznas de tarde calma, destellos
de nieve previsora, aleteos de vientos terrales, y quién sabe qué secreto insondable...
Quizás unos pétalos Edelweiss son el secreto de Sol.
Allí estábamos él y yo, zambullidos de lleno en el mismísimo corazón,
en pleno macizo central de Pirineos delante de tan colosal museo natural.
Sacamos de los hombros las mochilas.
Una vistazo a la cercana cima, una mirada de complicidad, una
sonrisa.
-¿Jugamos?- dije.
-¡Jugamos!-dijo él.
- ¡Nos vemos arriba!
-¡Arriba!
Calzamos de nuevo los crampones de los cuales nos habíamos despojado
pensando que se había terminado la actividad cuando llegamos a Cuello Gordo.
Cada cual a lo suyo, a disfrutar la escasa pero buena nieve.
Acompasando la respiración, pasos livianos, sin carga a la espalda. Cada
uno a su íntimo momento, a su historia.
Entré en esa espiral de
emoción vital pura y única, como cada vez en las montañas. Esto es lo que
ocurre, las montañas me hipnotizan, me
llevan a sus dominios rocosos, gélidos o ventosos. De mí depende que huelle sus
cimas, ellas estarán siempre ahí para que lo intente si es lo que deseo. Asciendo
mirando todo. Cada cascada bonachona, cristalina, saxofonera.
Cada recoveco en las paredes que silban avivados por vientos cual traveseras. Y dependiendo por
cual cara la afrontes, te silbará de incomparable manera. Unas veces ululará: ¡uhuhuhuhhhhuuu!
Otras bramará: ¡gruororrrllgruorrrlll! Y por las noches siseará... ¡shishishishishs!
¡shishishishishs!
Llegamos arriba, podría decirse que al mismo tiempo, pues aquello no
era una competición, aquello fue disfrute, y los dos disfrutamos. El reloj dejó
de tener sentido en esa ocasión, porque nada se calculó en tiempo.
Encaramados en Punta Custodia. Miramos a Los tres Sorores, La Brecha
de Rolando, El Valle de Ordesa.
Y ahí estaba Sol, mostrándonos su obra de arte. Sol es artista, siempre
lo ha sido, siempre lo es. Sol es pintor. De su paleta: colores, olores y
melodías. De su paleta: sabores y tactos.
Luna y cielo fueron sus últimas
pinceladas esa noche. Luna llena destacaba en el cielo azul eléctrico entusiasta.
2 comentarios:
Llego un poco tarde. Debido a una serie de "problemillas" Que ya te imaginarás no me conecto nada, así que hoy con calma pude leer y ver las fotos de este estupendo viaje. Que guapo y que bien os lo pasais !!!
Un abrazo
Nada tarde. Me alegra verte por aquí. La noche fue fría, aunque totalmente estrellada y buena luminosidad de Luna a esplendente. Siempre cuesta regresar "al mundo real" tú ya lo sabes. Abrazos.
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