lunes

DUDALEANDO




-La primera bici que tuve, me la regalaste tú. Con aquella subí al Corbero -le recordé a mi hermano.
-Era una Orbea blanca de paseo, si no me equivoco. Si subías con aquella, con ésta ¿a dónde no irás?-suelta como muy seguro de que yo pueda hacer eso y mucho más.
¿Qué va a decirme mi hermano? pienso.
-Bueno, no sé, la verdad es que…
Y sin darme tiempo a explicarle, que la bici, me infunde más respeto que las botas de montaña, me dice:
-Verás que sí.

Hacía tiempo que no subía al Corbero, los recuerdos de la inclinación de las pendientes eran muy vagos. Pues bien, las dudas es mejor despejarlas, creo yo.
Me asomé a la ventana y vi que alguna nube gris planeaba, pero como dice la gente de pueblo, mientras haya viento fuerte no llueve, con lo cual a pedalear hasta donde las fuerzas me acompañen, me dije.
Salí de La Felguera y ¡venga!, la famosa Ruta del Colesterol, El Entrego, Perlada y bajé por Carrocera, y me metí por una preciosa senda al lado del río San Silvestre, el afluente más importante del río Nalón. La senda encajonada en algunos tramos, muy húmedos y verdes, con olor a musgo y madera mojada, es un camino trazado sobre la trinchera del ferrocarril que bajaba el carbón desde las minas de la Encarnada hasta el ferrocarril de Langreo. Puesto que no me sentía cansada, como imaginé que llegaría a ese punto, si no, que empezaba realmente a disfrutar, tiré para arriba. Entonces percibí que mi cuerpo, va mejor de una postura que de otra en la bici y noté que dependiendo de los músculos que impulse en cada pedalada, según el terreno, si es subida o bajada se reduce el esfuerzo y por tanto el cansancio.
Cuando vi el cartel de El Corbero, las dudas se evaporaron, se diluyeron y el viento se las llevó junto con el remolino de hojarasca, monte abajo. No quería parar en El Corbero, porque quería saber hasta donde podía llegar.
En Vara Baja la cuesta ya era muy pronunciada para mí, me di por satisfecha. La bajada me encantó, pero hay que tener mucho cuidadin, porque cuando menos te lo esperas en una curva, aparece un Land Rover a toda velocidad, invadiendo el carril contrario como me sucedió a mí.
Hice un alto en la Hueria para ver a Las Carboneras, aquellas trabajadoras mujeres que paleaban carbón, allí mismo donde se alza el monumento.


A la vuelta con la x despejada, ya hasta cantaba.

2 comentarios:

flx dijo...

Bonita entrada que contagia tus sensaciones sobre los pedales.
Hermosos lugares para cualquier actividad, pero que me resultan especialmente atractivos para recorrer en bici.
Que sigas disfrutando de tus sendas, sea con botas, pedales, pies de gato o descalza...

salu2
flx

P.D.
Voy visitando este rincón aunque no diga nada.

Anónimo dijo...

la bici es muy dura, pero gratificante.
Lo peor de vivir en "tierra plana" es eso, que apenas hay cuestas, creo que debería volver a hacer todos esos deportes, me das "muchisma envidieta".