sábado

URRIELLU-GAXAPU



Salimos de ruta en Kickbike  llevando la bolsa de tela por  no usar  plásticos para ir a buscar unos limones.
 Los días son completos cuando se practica deporte, da igual cuál, el asunto es moverse, y si puede ser en plena naturaleza, mejor qué mejor. Estamos diseñados para el movimiento. El cuerpo necesita estar bien oxigenado, hidratado y bien nutrido; y como digo siempre: bien nutrido no significa  comer mucho. Ese tema lo trato en La cocina de Urriella donde suelo publicar algunos de los platos que preparo y alimentos que habitualmente consumo.

Asturias luce un paisaje de cine, con sus cimas nevadas, con una temperatura ideal, además de brillar espléndido el sol,  resaltando las montañas sobre todo.
La ruta en Kickbike, la disfrutamos como enan@s.

Los limones, ahí están para verlos, de diez. Sin pesticidas ni ceras. Una maravilla para ese zumo templado mañanero con el cual ayudo a hidratar y depurar el organismo cada día, tras la sequía nocturna.

La sorpresa de la tarde fue uno de esos pequeños detalles que te sacan una sonrisa. Alimento para el alma, que también es importante.
Alguien, en Picos de Europa, hace más de 20 años, talló la figura del Urriellu, en la cara frontal de un gaxapu de madera. Qué preciosidad.


Nos narró la buena tendera, que lleva más de veinte años ahí expuesto, que de lavarlo se le ha quitado el esmalte negro que le hacía brillar como azabache pulido. Le pasó la mano para comprobar si tenía polvo, claramente apreciamos que es una persona muy ocupada en que todo esté impoluto. Y lo está, todo.
 Lo descolgó de la cuerdilla, y nos lo acercó. Creo que le hizo tanta ilusión como a mí hablar de el; se notaba que le tiene cierto cariño por como lo cogía, le pasaba la mano, y mientras contaba como  llegó a ahí.
Le pregunto si puedo hacerle una fotografía. Me lo pasa inmediatamente, es muy palpable que es especial para ella.
Busco un fondo liso para capturar cada muesca de la talla.
Es entonces Nacho quien sostiene para que pueda hacerle al detalle la foto. De pronto la señora se sube a una silla, buscando un punto a su parecer para que yo tenga la mejor perspectiva para la fotografía, y poder ella sujetarlo mientras. Me preocupo cuando la veo ahí arriba porque la señora tiene cierta edad. Más tarde me percaté que es ágil, pero en ese momento no parecía  adecuado que se subiese y estirase tanto. Por precaución.
- No se moleste.- le decimos l@s dos.
Se baja y respiramos aliviados.
-Me gusta así, con su color natural- le digo. Ella sonríe cordial.
De nuevo cuenta que fue su tintura del color del interior, que se ha ido desgastando el tono al limpiarlo. Qué amable la señora.
Contaba ella, recatada con su bata de cuadros, con el cachapu, zapico o canao en la mano; pues también se le llama de todas esas maneras al recipiente donde los agricultores meten la piedra de afilar la guadaña, que, aunque a ella no le gustaba subir montañas, fue a ver el Naranjo de Bulnes con su marido, y a la bajada compraron el artilugio como recuerdo.
Y ahí lleva más de veinte años, en un rincocito de la tiendabar, de esas tiendabar que ya casi no quedan; esas que lo mismo te venden unas zapatillas, unos limones o sirven amablemente un café recién molido. Uno de esos sitios donde las personas se miran cuando se hablan y te tratan con familiaridad. Un lugar donde en las paredes está la historia del pueblo y quiénes vivieron por allí.
Volveremos para contemplar el Aramo y Mostayal desde Peñerudes. 

Urriellu cuántas historias generas.

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